Un poco de filosofía
Después de filosofar tanto, es una ironía decir ahora que vamos a hablar un poco de filosofía. Pero no podemos acabar este libro sin dedicar al menos un capítulo al admirable intento humano por encontrar explicaciones razonables a nuestro existir. Y, de paso, aprovechamos la oportunidad para manifestar nuestra esperanza de que pronto se cree una nueva rama filosófica denominada virtualismo, o algo así, donde nuestra hipótesis vaya desarrollándose poco a poco, ayudando a su vez a la filosofía a responder mejor sus transcendentales preguntas. Pues, aunque nuestro supuesto no es nuevo en filosofía, las modernas tecnologías sobre la realidad virtual pueden realizar importantes aportaciones al viejo pensamiento filosófico de que este mundo es una ilusión.
Y, a su vez, nuestro supuesto también puede ayudarnos a comprender la tremenda dualidad humana espíritu-materia. Según nuestra hipótesis, el ser humano es una entidad compuesta: por un lado es un robot virtual, y, por otro lado, es una conciencia que controla dicho robot, dentro de los márgenes que le permite el programa.
La filosofía no encuentra grandes dificultades para definir lo mecánico de nuestro mundo, ahora bien, para definir aquello que no es materia en el ser humano, para definir lo que en realidad somos según nuestro supuesto, tiene más problemas, pues no hay acuerdo. Algunas tendencias filosóficas defienden la existencia del alma humana como algo real, aparte de todo lo ilusorio y perecedero de nuestro mundo, incluido nuestro cuerpo de carne y hueso. Por supuesto que los creyentes consideran que dios es la realidad suprema. Y otras tendencias filosóficas nos dicen que la razón humana es nuestra esencia.
Si nos basamos en nuestro supuesto, podremos ir recomponiendo poco a poco nuestra naturaleza, partiendo de los ejemplos que obtenemos en las inmersiones en los mundos generados en los ordenadores. Por ejemplo: la creencia de que el pensar demuestra nuestro existir, según la famosa sentencia de Descartes: “pienso, luego existo”, encaja en nuestra hipótesis; pues, en el interior de una realidad virtual, nuestro pensar es una de las pocas cosas auténticamente nuestras que en ella podemos encontrar.
Nuestro supuesto también nos puede ayudar a entender mucho mejor la terrible dualidad entre el bien y el mal. Según hemos deducido en nuestra andadura por los caminos espirituales, nuestra naturaleza es divina, llena de amor y de gloria. Pero la programación de nuestro mundo, las leyes naturales, ponen multitud de condicionamientos y trampas a nuestra naturaleza, de tal forma que nos resulta muy difícil que nuestra voluntad verdadera se imponga a la voluntad del programa. Nuestra voluntad de amor apenas se puede imponer sobre la voluntad de guerra programada en la realidad virtual en que vivimos. El mal es ley de vida en este mundo, el bien somos nosotros. En esencia somos seres amorosos y felices, pero el programa de este mundo está diseñado para vivir también desamor, sufrimiento y muerte. Vivimos en el interior de un video-juego lleno de maldades. Es tan grande la diferencia de nuestras tendencias naturales, reales, con muchas de las líneas del programa de este mundo, que ahora podemos comprender un poco más porque se aborrece tanto al mundo de la materia, al cuerpo y a sus pasiones, en muchos caminos espirituales, y porque siempre se intenta alcanzar un cielo donde poder vivir mejor. Han sido tan desesperados los intentos por salir del infierno en el que se puede convertir una vida humana, que no hemos cesado de crear nuevas realidades virtuales, espirituales en este caso, para intentar evadirnos de la maldad este mundo.
Y si esas realidades virtuales espirituales consiguen muy a menudo tener más realismo, para los creyentes en ellas, que la realidad de nuestro mundo, es porque la realidad de nuestro mundo debe de ser otra realidad virtual. El poder de convencimiento de las realidades virtuales espirituales no viene determinado por su grado de realidad, sino porque nuestra realidad física debe de ser otra realidad virtual. Si no fuera así no tendrían tanto poder de seducción. Nuestro supuesto es la explicación más lógica al poder de engaño de las realidades virtuales espirituales: estas son un engaño y convencen a las masas porque ya vivimos en un engaño. De engaño a engaño no se aprecia la diferencia.
Nuestra hipótesis nos da una explicación al hecho de que siempre se hayan influido mutuamente estas dos realidades ilusorias, de que nuestras pulsaciones psicológicas moldeen las realidades virtuales espirituales y éstas influyan en nuestra realidad física, de que los caminos religiosos o esotéricos se mezclen con el mundo físico, de tal manera que en muchas ocasiones es imposible distinguirlos. Esto no sería posible si nuestra realidad física fuese más real que las realidades virtuales espirituales. Podemos cambiar nuestra conciencia del mundo espiritual al mundo material como quien cambia de película al pasar de una sala de proyección a otra. Podemos cambiar de un mundo a otro según creamos más real uno que otro. Si lo que solemos considerar realidad se entremezcla con mucha facilidad con la ficción, en los caminos espirituales, es porque nuestra realidad debe de ser otra ficción. No podría ser de otra manera.
Y entre tanta ilusión ¿seremos capaces de encontrar la realidad? Lo que más hemos hecho hasta ahora es crear nuevas ilusiones intentando dar con aquella que se parezca lo más posible a nuestra realidad. Y en teoría podríamos haber construido una realidad virtual espiritual idílica. Una realidad virtual es neutra en sí misma, el mal o el bien que pueda hacernos depende de cómo este programada, de lo que vaya a hacer en nosotros y lo que nos permita hacer en ella. En informática podemos hacer lo que queramos, crear realidades virtuales para aprender, para el placer, para la guerra, para dar paseos por un museo, etc. Pero las realidades virtuales, tanto espirituales como la física, se entremezclan de tal forma que si existe un mal en una suele pasar a la otra con suma facilidad. Esto sucede porque todas estas realidades se generan en un mismo soporte digital.
Todavía no nos hemos preguntado en qué ordenador se están produciendo tanto las realidades virtuales espirituales como la física. A poco que indaguemos deduciremos que se están produciendo en la mente humana, en una especie de mente espiritual, colectiva. Divina dirían los creyentes. Y estamos de acuerdo, pero en una divinidad no de dios sino nuestra. Ya hemos visto que las realidades virtuales espirituales con sus dioses incluidos se producen en la mente humana.
Y respecto a la realidad física cada vez se está llegando a descubrir que somos algo más que espectadores de ella, pues nuestra visión, nuestra observación, interfiere en su realidad. Grandes pensadores han anunciado que la realidad física no existiría sin la mente humana. Los parapsicólogos saben que los fenómenos paranormales son vivencias de la mente humana que afectan a la realidad física, y esto no sería posible si la realidad física no fuera otra vivencia de nuestra mente.
Poco a poco vamos recomponiendo el puzzle de nuestro supuesto, el complicado rompecabezas de nuestra mente, creadora de todo lo que existe en las realidades virtuales.
Sé que nos puede costar asumir estos hechos. Habitualmente sentimos nuestra mente individual como algo con grandes limitaciones, no somos conscientes de todo su poder. Hemos oído hablar del inconsciente colectivo, pero no somos conscientes de él. En diferentes caminos espirituales se habla también de una mente universal, espiritual, que gobierna y soporta todo existente, donde todo se unifica, definida como la mente de dios en muchas ocasiones. Otros dicen que somos un sueño en la mente de dios, creador de todas las cosas. Pero, como ya sabemos que dios es una creación humana, podemos deducir que tanto nuestro mundo como nuestros cuerpos son una creación nuestra.
Nuestro supuesto nos lleva a la conclusión de que el ser humano no existe realmente como individuo, no existen ni los grupos, ni los países, ni los planetas, ni el universo; no existen partes, todo sucede en una mente universal, en la auténtica. Los individuos somos una parte ilusoria de una mente general. Para entender esto observemos nuestros sueños, en ellos hay muchos personajes y escenarios, todos son ilusorios, no existen sino en la mente de quien sueña. Incluso con el personaje que nos identificamos soñando es una ilusión de nuestra mente.
Todos los componentes del interior de una realidad virtual generada en un ordenador, no existen por si mismos, son creaciones ilusorias del programa general. Se están diseñando programas de vida artificial en los ordenadores, donde se intenta imitar los procesos de la existencia de los seres vivos. Pues bien, lo que queremos decir es que esos seres “vivos” virtuales son tan reales en el interior del ordenador como lo es toda forma de vida, incluidos nosotros, en el interior de nuestra mente colectiva.
Por todo esto no cabe temer a la soberbia en el camino que hemos escogido para llegar a descubrir la realidad de nuestra existencia. Es ridículo sentirse superior a nadie cuando los demás son parte de nosotros.
El efecto divisorio de las realidades virtuales nos despedaza en millares de ilusiones, destruye nuestra esencia, el amor que somos, pues el amor es unión. Muchos caminos espirituales intuyen esta realidad y se desgañitan predicando el amor, y lo anuncian como la solución a nuestros males; aunque no predican la total unión con todo lo que existe, pues continúan reforzando la separación de nuestra totalidad, en especial cuando hablan de dios y nos dicen que eso es algo que nunca podremos ser nosotros.
Es necesario trabajar para encontrar el mapa de la totalidad, donde nos veamos claramente unidos a todo lo existente. Esperemos que los amantes de la filosofía científica encuentren en el supuesto de realidad virtual de nuestro mundo la oportunidad de unir todas las ciencias. En nuestra opinión, nuestra hipótesis, es la pieza más importante que falta en el rompecabezas científico, el que unirá a todas las ciencias en un sólo mapa, donde todas van a concluir. En el capítulo de religión o ciencia dijimos que las ciencias son como puzzles que se van ampliando y se llegan a tocar entre ellos; pero no nos dan un mapa completo todos juntos, hay grandes lagunas. El concepto de realidad virtual puede unir las ciencias definitivamente y cerrar esas lagunas. Cuando construyamos el mapa científico total habremos reconstruido el programa de realidad virtual de nuestro mundo físico, habremos encontrado todos los comandos matemáticos que gobiernan nuestro mundo cibernético, sabremos todo lo que es mecánico en nuestro mundo y en nosotros. Y será entonces cuando podremos empezar a descubrir científicamente, por eliminación, lo que no es máquina de nosotros, lo que realmente somos.