Como entrar y permanecer en una Secta
Si hacemos un buen uso de nuestra mano izquierda y de nuestra libertad de espíritu, tendremos los menores problemas posibles a la hora de entrar y permanecer en el interior de una secta; pero, aún así, los tendremos. Todo depende de nuestra habilidad para desenvolvernos en su interior y de los riesgos que podemos correr en ella.
Para conocer el grado de peligrosidad de la secta en cuestión podemos guiarnos por el listado de sectas destructivas que emiten algunos estamentos sociales; pero, casi siempre, en esta especie de lista negra, están incluidas asociaciones que no cometen otro tipo de delito que el de pensar diferente; y suelen no estar incluidas otras que, amparadas en el costumbrismo de nuestro sistema cultural, llevan siglos machacando a las personas.
Así que, reconociendo la dificultad para obtener una información objetiva previa, y si hemos decidido adentrarnos en el mundo sectario, es conveniente que demos ese paso con todas las precauciones posibles; pero sin temores exagerados. Es típico el temor de acabar siendo víctimas de las sectas, esclavos suyos con sólo acercarnos a sus puertas; ésta es una exagerada actitud defensiva y una inapropiada predisposición para emprender un aprendizaje en ellas. Una cosa es la prudencia y otra el excesivo temor que paraliza. Para combatir esta idea tan extendida de acabar esclavo de las sectas, yo siempre tuve muy claro que, en primer lugar, yo no estoy para servir a las sectas, ellas son las que están para servirme a mí, están para mi servicio, para atender mi demanda de aprender; y cuando mi nivel de aprendizaje me satisfaga y me haya convencido de que su doctrina es beneficiosa para la Humanidad ―proceso que puede durar años―, será entonces cuando decidiré si presto mis servicios a la causa de la secta en cuestión o no se los presto. Este sencillo cambio de actitud nos permitirá desenvolvernos con mucha más soltura y atrevimiento para emprender la aventura iniciática. Actitud que en un principio convendrá disimular, porque si en la secta entrevén que nuestro ánimo de servir a su causa, de buenas a primeras, es mínimo, y el de aprovecharnos de ella máximo, es posible que no pasemos del recibidor y no lleguemos a las habitaciones del fondo donde se encuentran las enseñanzas que estamos buscando. Una buena salida para escaparnos de obligaciones sectarias que no nos agrade realizar, es poner pretextos para no realizarlas: como que no tenemos tiempo, tengo una salud delicada, etc.
Las primeras fases de acercamiento a una secta no suelen resultar peligrosas. Habitualmente se trata de conferencias informativas donde se dice muy poco de los peligros con que nos podemos encontrar en su seno y se deja entrever lo mucho que nos puede aportar si nos afiliamos a ella. Después vienen los pasos intermedios: cursillos de fin de semana, clases de un par de horas durante dos o tres días a la semana, o sistemas parecidos. Hay que anotar que muchas vías de realización espiritual no pasan de esta fase para el público en general, cada vez más adoptan este sistema parecido al de una academia de cualquier otro tipo de enseñanza; sólo permiten que el estudiante entre en el seno de la organización, y se dedique intensamente a la secta, cuando lleva años demostrando un alto interés por su doctrina. Este sistema crea muchos menos problemas de relaciones entre maestros y alumnos, pues funciona como si de cualquier academia se tratara, allí te ofrecen una enseñanza que si quieres la tomas y, si no, la dejas. Las aportaciones económicas también suelen ser fijas, cuota mensuales o un precio por cursillo. Esta frialdad académica resulta muy cómoda para recibir las enseñanzas de estas organizaciones, y no nos compromete con nada. De esta forma se está produciendo una culturización esotérica popular que ha reducido el ocultismo considerablemente.
Pero las enseñanzas más famosas de las sectas siempre se han desarrollado en el secreto de sus cámaras ocultas, la secta tipo academia deja mucho que desear para todo aquel que busca esas verdades secretas. Muy a menudo el estudiante de estos temas se siente especialmente atraído por el secretismo; espera que le van a mostrar algo extraordinario, y muy a menudo termina por llevarse un auténtico chasco. Por ello, uno ha de tener muy claro sus objetivos de estudio antes de adentrarse en las profundidades de una secta. Objetivos que no siempre podrán definirse claramente por falta de información; a pesar de ello hemos de esforzarnos por clarificar ese objetivo, y, cuando definamos la meta a conseguir, siempre habremos de tenerla en mente para no perdernos por los laberínticos caminos sectarios.
Después vendrán los obstáculos a salvar antes de llegar a la meta, los problemas principales son los de integración en el sistema social de la secta y la aceptación de su filosofía. Puede no resultarnos muy agradable tener que soportar extrañas opiniones sobre la vida, la sociedad y el mundo, con las que no estamos en absoluto de acuerdo; al igual que puede resultarnos muy incómoda la posición social que se nos haya asignado en el interior de esa pequeña sociedad. Yo aconsejo, si se desea seguir adelante, porque creemos que la meta merece la pena, soportar estoicamente estas inconveniencias, incluso aparentar que estamos de acuerdo con ellas; porque si no lo hacemos así, además de que no vamos a cambiar las entrañas de la secta, aumentaremos las dificultades para alcanzar nuestros propósitos de aprendizaje.
En un mundo libre como el nuestro, parece increíble tener que seguir estas pautas de comportamiento tan denigrantes para poder aprender, pero hemos de recordar que muchas sectas adoptan sistemas de enseñanza casi prehistóricos, perpetuados en la sombra de profundas cámaras ocultas inalcanzables por los acontecimientos sociales. La única forma que se me ocurre de desmantelar semejante sistema de enseñanza es sacando a la luz todos sus conocimientos, aunque para obtenerlos tengamos que hacer de tripas corazón.